Chopin.

03 junio 2016

La vida.




La vida es un don para:

Recibir. No nos damos la vida solos. Ni la conquistamos, ni la merecemos, ni la compramos: fundamentalmente la recibimos

Cuidar. La vida, don valioso, es sin embargo un don frágil, para cuidar, y que pasa por etapas en las que se ve amenazada. Necesita del cuidado amoroso y en conjunto, del padre, de la madre y de la protección necesaria en atención a su vulnerabilidad y pequeñez.

Entregar. Al mismo tiempo, la vida es un don para entregar, “No hay amor más grande que dar la vida por los amigos. Ustedes son mis amigos…”.

Compartir. Así es: La vida se acrecienta y se disfruta dándola, compartiéndola y se debilita en el aislamiento. La vida alcanza su pleno sentido cuando se desarrolla en comunión.

Administrar. Por lo que es indispensable la formación de los niños y jóvenes, varones y mujeres, para la vida familiar estable y el ejercicio de una paternidad y maternidad responsable y generosa. El crecimiento y desarrollo personal, debe incluir el conocimiento de la sexualidad y de la fertilidad para integrar en la afectividad y el amor.

Contemplar. La vida es, antes y después, de todo lo expuesto, un don para contemplar. Esto lo presentimos cuando va pasando el tiempo y la función del recuerdo se desarrolla de un modo muy vívido. Nosotros, los mayores contemplamos nuestra propia historia desde una perspectiva diferente. Esta actitud contemplativa nos induce también a la admiración hacia el milagro de la vida y a honrarla allí donde se manifieste, con especial atención a las situaciones de amenaza o fragilidad


Los de arriba del muro

Sin lugar a dudas, “La Divina Comedia”, de Dante Alighieri, es una obra literaria que debe ser releída una y otra vez a lo largo de nuest...