Chopin.

18 agosto 2014

No deseo ser hembra de sueños ni espuma,  ni fantasía de cómodas razones, ni proezas de instantes efímeros, ni leves huellas de pisadas en la arena.

Ni aire que aspira y arroja,  ni sueño inconcluso en el que muere el coloso,  ni paraje lejano que el aire visita,
ni fuente de agua nocturna que toma y olvida.

Deseo ser paseo azul de fresca lluvia que sana y mi nombre aire bendito en los labios. La profundidad húmeda que cobije tu hombría en el sueño de la eterna sonrisa de la existencia.

Luciérnaga que alumbra tus lejanas noches echándome las raíces del árbol sobre el vientre. Con la ternura infinita de un concierto de amor. Y las palabras claras lamiéndonos las orejas.

Ser la eterna mirada que danza el vivo cuerpo. La dorada melena del fiero león de los sueños, entregada a la bestia desnuda por completo sobre la yerba verde de la alcoba.

Los de arriba del muro

Sin lugar a dudas, “La Divina Comedia”, de Dante Alighieri, es una obra literaria que debe ser releída una y otra vez a lo largo de nuest...