Chopin.

30 julio 2014

 

Cuando la mañana cruce la noche para encontrarme y hasta aquí me traiga con tus caricias aladas entre besos que viajan desde tu alma hasta la mía, vestidos con suspiros etéreos emanados de mi aliento. 
Los labios bañados de néctar que me esperan para endulzar mi cuerpo modelándolo con ternura, sucumbirán al calor envolvente de mi danza cabalgando más allá del señuelo que tejen los desvelos. 
Mi mirada serena iluminada y envuelta en colores, mis sutiles movimientos dibujando estelas sobre tu cielo, sin frío o viento de otoño que se atreva siquiera a quebrar mis alas de seda cubiertas de fantasía. Y tu, pasajero privilegiado a través del aire fresco ves gravitar mi cuerpo con las alas del deseo y ondulando plácida por sobre lo perfecto te voy embebiendo al ritmo de mis caderas. Y somos cómplices de la irrealidad entre nosotros como una llama en la oscura noche que permanece más allá de la primavera para que un jardín de rosas el soñador me tenga.




Los de arriba del muro

Sin lugar a dudas, “La Divina Comedia”, de Dante Alighieri, es una obra literaria que debe ser releída una y otra vez a lo largo de nuest...