Chopin.

10 abril 2014

Tengo la ternura brillando en la mirada, esa ternura cobijada en las edades tempranas cuando la ilusión de un leve roce basta para agitar el corazón y despertar las pasiones, cuando las caricias se hacen parte de los juegos y descuidadas brotan con un poco de miedo, conservo ese aire de infancia, de niña traviesa en días frágiles ante lo adverso y mi corazón  guarda tesoros que el mundo desconoce.   Podrías  perderte en mis ojos y nunca querer volver como si fueran atardeceres teñidos de colores o amaneceres cubiertos de envolventes aromas, podrías trepar a mi castillo sólo para susurrarme un poema, pero ese premio será de quien merezca  mis emociones blancas de primavera. Vuelo en la búsqueda de mis anhelos  por el cielo abierto de mis sueños, abro  mis brazos al encuentro, persigo ese beso de final feliz, porque el encanto de mi sentir me hace perfecta en un mundo imperfecto simplemente por ser yo.







Los de arriba del muro

Sin lugar a dudas, “La Divina Comedia”, de Dante Alighieri, es una obra literaria que debe ser releída una y otra vez a lo largo de nuest...