Chopin.

17 abril 2014

“Era muy impresionante ese fuego como yo lo vi el día que llegué, parecía el fuego del infierno. Pero más impresionante todavía es la solidaridad de los jóvenes que había, luchando contra ese fuego, luchando contra ese infierno”, Ernesto Cardenal, poeta. (15-4-2014). 
La solidaridad nace del ser humano y se dirige esencialmente al ser humano. La verdadera solidaridad, aquella que está llamada a impulsar los verdaderos vientos de cambio que favorezcan el desarrollo de los individuos y las naciones, está fundada principalmente en la igualdad universal que une a todos los hombres. Esta igualdad es una derivación directa e innegable de la verdadera dignidad del ser humano, que pertenece a la realidad intrínseca de la persona, sin importar su raza, edad, sexo, credo, nacionalidad o partido. La solidaridad trasciende a todas las fronteras: políticas, religiosas, territoriales, culturales, etc., para instalarse en el hombre, y hacer sentir en nuestro interior la conciencia de una “familia”. La solidaridad implica afecto: la fidelidad del amigo, la comprensión del maltratado, el apoyo al perseguido, la apuesta por causas impopulares o perdidas, todo eso puede no constituir propiamente un deber de justicia, pero si es un deber de solidaridad. 
 La solidaridad es el apoyo que se brinda a otro, es un acto de desprendimiento que supone la entrega o sacrificio para causar un beneficio en los demás, se basa, por tanto, en un profundo respeto y empatía para reconocer que otro requiere de nuestra colaboración, la palabra solidaridad proviene del latín soliditas, que expresa la realidad homogénea de algo físicamente entero, unido, compacto, cuyas partes integrantes son de igual naturaleza. Hay diversos significados para este término tan conocido, que se define como: adhesión circunstancial a la causa o a la empresa de otros. 
La teología cristiana adoptó el término solidaritas, aplicándolo a la comunidad de todos los hombres, iguales por ser hijos de Dios y vinculados estrechamente en sociedad. En este contexto, vemos que para la teología el concepto de solidaridad está estrechamente vinculado con el de fraternidad entre los hombres, que les impulsa a buscar el bien de todas las personas, sólo por el hecho de que todos son iguales en dignidad gracias a la filiación divina. 
En el área del derecho, se entiende que los socios son solidarios cuando son individualmente responsables por la totalidad de las obligaciones. Jurídicamente, la solidaridad implica una relación de responsabilidad compartida, de obligación conjunta. 
La solidaridad, sinónimo de igualdad, fraternidad, ayuda mutua, en un todo unido a los conceptos de responsabilidad, generosidad, desprendimiento, cooperación y participación, se desprende de nuestra naturaleza nos indica que no estamos solos, que preferimos vivir acompañados porque somos sociales por naturaleza, no prescindimos de nuestros iguales ni tampoco intentamos desarrollar nuestras capacidades de manera independiente. 
En estos tiempos, en que nuestro país está intentando volver a ponerse de pie después de un terremoto y un dantesco y devastador incendio, el valor de la solidaridad nos invade tanto en la dimensión humana como en el aspecto social y también profesional.  Este valor, esta forma de enfrentar la relación con los demás eminentemente positiva evidencia el interés de cada uno de nosotros por el bien del prójimo.

Los de arriba del muro

Sin lugar a dudas, “La Divina Comedia”, de Dante Alighieri, es una obra literaria que debe ser releída una y otra vez a lo largo de nuest...