Chopin.

29 abril 2014

Cuando somos un mismo latido y volamos por este mundo de libres susurros y suspiros, dejamos de ser la espera ansiosa para convertirnos en deseo infinito. Aprendiendo a ir más allá del lenguaje de los dedos, nos despojamos de prejuicios arrasando con excelsa dulzura los alborozados sentidos. Con nuestro fuego avivamos cada espacio vacío, encendiendo la hoguera  de lo prohibido yo en tus brazos, tú en los míos. Porque alada es la esencia más pura cuando la noche se diluye ante el dulce gemido del placer tacto a tacto… piel con piel... como una primera vez. Nos fundimos entre el deseo vivo, yendo hacia senderos desconocidos, embriagados por la noche y perdidos en un paraíso que es sólo tuyo y mío.

Los de arriba del muro

Sin lugar a dudas, “La Divina Comedia”, de Dante Alighieri, es una obra literaria que debe ser releída una y otra vez a lo largo de nuest...