Chopin.

28 marzo 2014

Mis labios aprenden a leer de los tuyos aquello que no se pronuncia, aquello que sólo resuena tras el eco incesante de los latidos, como el temblor que me recorre al sentirte en respuesta a los juegos perversos cuando me haces parte de tus dominios. Dócil como la ligera seda que se entrelaza en tus dedos.
Delicada como la joya que reluce  incrustada en el corazón de mi deseo. Vestida para tus ojos me presento como un milagro, me cincelas mansamente con caricias y me das entre suspiros un nombre nuevo, un nombre que queda en mi memoria y que al cerrar los ojos me retrae siempre a ese momento contigo.





Los de arriba del muro

Sin lugar a dudas, “La Divina Comedia”, de Dante Alighieri, es una obra literaria que debe ser releída una y otra vez a lo largo de nuest...