Chopin.

27 febrero 2014

De la cercanía que deja huella se desprende el brillo de tu mirada y del roce más leve surge la humedad en ti como reflejo, allí, en la calidez de tu más bien guardado secreto el ardor no sabe de espera ni se resiste al momento. Porque prohibido es el encuentro para los amantes furtivos pero inevitable es la tentación que ciegamente nos hace perdernos cuando surge la primera caricia que despierta el gemido aún no escuchado o el primer beso apasionado que enciende la vibración de un cuerpo no explorado. Dócil y rebelde es la flor que juega y quiere desplegar libremente sus pétalos, mientras la sonrisa acalla palabras y se manifiesta como permanente respuesta a un sentir que vierte la lluvia en la tormenta que no cesa de ese llamado incipiente que confunde en el interior de tu mente.  Tu cuerpo impaciente pide, tu cuerpo busca con ganas inquietas, se atreve a perderse cruzando realidades que calman tu natural instinto, es que no hay azar cuando en el deseo las pieles se queman tan sólo el querer despertar viviendo aquello que secretamente anhelas.

Los de arriba del muro

Sin lugar a dudas, “La Divina Comedia”, de Dante Alighieri, es una obra literaria que debe ser releída una y otra vez a lo largo de nuest...