Chopin.

21 enero 2014

Cuando envejecemos?

La juventud no es un período en la vida. Es una disposición del ánimo. Es temple de la voluntad, calidad de la imaginación, vigor de los sentimientos, predominio del valor sobre la timidez, de la sed de aventuras sobre el deseo de reposo. A nadie envejecen los años. Lo único que nos envejece es el abandono de los ideales. Arrugas dejan los años en el rostro; la apatía las deja en el alma. Preocupaciones, dudas, desconfianza de nosotros mismos, temores, abatimiento: eso es lo que doblega la frente antes erguida y deja cenizas donde se levantó prometedora la llama del espíritu. A mis 58 años, lo mismo que a los 16, está presente en mí el anhelo de lo maravilloso, el dulce arrobo de la noche estrellada, los propósitos y hechos estelares, la intrepidez vencedora del acontecimiento, la alegría en el juego que es la vida, la inagotable, casi infantil apetencia que interroga: “¿Y qué más?”. En la medida de nuestra fe seremos jóvenes y en la de nuestra duda, viejos; jóvenes según la confianza que en nosotros mismos tengamos y viejos según el temor que nos cohíba; jóvenes en relación a nuestra esperanza y viejos conforme a nuestro desánimo. Mientras nuestro corazón pueda captar el mensaje de la hermosura, de la alegría, del valor, de la grandeza, del poder que irradia del hombre y de lo infinito, habrá juventud en nosotros. Sólo cuando toda comunicación quede interrumpida, cuando la nieve del pesimismo y el hielo de la indiferencia hayan cubierto las estaciones receptoras de nuestro corazón, sólo entonces seremos realmente viejos.

Los de arriba del muro

Sin lugar a dudas, “La Divina Comedia”, de Dante Alighieri, es una obra literaria que debe ser releída una y otra vez a lo largo de nuest...